- Área: 206 m²
- Año: 2012
-
Fotografías:Pedro Pegenaute
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El punto de partida del proyecto responde a dos situaciones muy claras: por un lado la parcela se localiza en una colonia suburbana sin consolidar, en el extrarradio de Villarcayo, que adolece de cualquier tipo de carácter significativo y sin apenas condicionantes al margen de los legales, vinculados al cumplimiento de la normativa vigente que a grandes rasgos definía alturas, edificabilidad y retranqueos. Y por otro lado, la propiedad, una joven familia con una marcada identificación con el gusto por la arquitectura contemporánea, que definieron a su vez dos cuestiones: requerían una vivienda en una única planta para aprovechar al máximo el potencial de su relación con el jardín y el proyecto se debía ajustar inequívocamente a una limitación presupuestaria. La propuesta, por tanto, debía responder, por encima de otras premisas, al “optimismo” y a la “optimización” que la propiedad demandaba, suponiendo estas el punto de partida, su “contexto real”. El programa, relativamente común, definido con precisión por los clientes, se dividía básicamente en dos categorías: por un lado, un gran espacio de estar y terraza con acceso al jardín y por otro lado, la definición de los espacios más privados, anexos, constando de un dormitorio principal con su baño junto con dos dormitorios, un baño y cuarto de estudio_juegos para sus hijos, además de cocina y garaje. Al mismo tiempo, la parcela, de reducida superficie, topográficamente plana, de forma sensiblemente rectangular y con un solo frente dando acceso desde la calle, presentaba una orientación Norte-Sur coincidente con la diagonal de la misma, no existiendo más cualidades destacables del entorno físico.
El proyecto, en respuesta a las condiciones y gusto del cliente, pretendía la resolución de un espacio moderno, contenedor doméstico, que aprovechara el placer que aporta la relación íntima con un espacio exterior propio y que la horizontalidad en una sola planta facilita. En definitiva, buscar un adecuado maridaje contemporáneo entre estos espacios como algo intrínseco a la forma de vida de una vivienda unifamiliar frente a otras tipologías. La propuesta, por lo reducido de la parcela y vivienda, define un hogar que se expande incorporando la totalidad de la parcela en el “habitar”, rodeado de vegetación, que plantada en el perímetro crecerá hasta convertirse en el límite de la vida familiar con la idea de hacer un hogar más amplio y abierto.
El volumen de la vivienda tiene un desarrollo en planta compacto, garantizando de esta manera una propuesta ajustada. El proyecto se conforma con una organización no “isótropa” buscando una situación diferenciada en ambas direcciones. Por un lado, ciego en los laterales de la parcela hacia los que se ajusta agotando en este sentido el límite de la edificación rechazando la presencia de las edificaciones más próximas y quedando abierto en los frentes de la misma, jerarquizando y cualificando el jardín en dos espacios de diferente carácter que permiten de forma directa, beneficiarse del soleamiento. La propuesta traza una organización del programa muy clara, casi sintética, pudiéndose definir a modo de esquema: los espacios más íntimos se acomodan junto a los dos laterales opacos de hormigón en toda su longitud, liberando el espacio intermedio, como “estar” abierto a los jardines, protegido por el filtro de los porches y buscando la orientación Este_Oeste y la relación directa con estos. Con esta disposición “central” del espacio del salón, el “habitar”, se garantiza inequívocamente como un lugar de relación y encuentro doméstico, donde confluyen todos los espacios de la casa y el jardín. Las áreas auxiliares más privadas se definen, con traza nítida, como límites compactos y comprimidos al mínimo, con lo que se libera el mayor espacio posible destinado al uso común, traduciendo el conjunto en un volumen sencillo y limpio de figuración contemporánea que se ajustaba con coherencia a los requerimientos de la propiedad. Mención aparte requieren los baños: quedan perforados por unos patios, que les aportan sus necesidades primarias y dotan de ese plus de complejidad a la volumetría general.
Se plantean dos tipos de huecos; por un lado, los del espacio central, que se retraen y ganan en profundidad, conformando unos espacios habitables en forma de porches que permiten esa mirada, profunda pero discreta, del espacio exterior. Por otro, los que se practican en los límites compactos de los espacios auxiliares, resueltos con carácter “individual”, que se dispersan en la superficie entarimada y que se practican junto a unas contraventanas que quedan aglutinadas en la pauta de estos lienzos de madera, como fórmula material y compositiva para no perturbar la pureza del volumen general. Los huecos del espacio central, parcialmente construidos sin carpinterías, hacen que en ciertas ocasiones y perspectivas, resulte difícil percibir la costura entre interior y exterior, quedando así ligados definitivamente de forma directa.
La casa flota, parece exenta siguiendo tres pautas. La física: la parcela está en un área inundable y de escasa colonización por lo que se aconsejaba elevar la vivienda. La espacial: la diferencia de cota permitía la agradable perspectiva dominante del interior sobre el jardín, con innumerables referentes en la arquitectura moderna. Y la conceptual: el preciso volumen toma posesión del solar a modo de pabellón, aparece depositado en el jardín, queriendo revelar su relación directa con la gente que lo habita por encima del espacio que lo acoge, en definitiva identificando esta paradoja su “contexto real”.
Los materiales que conforman el volumen, hormigón y madera, se prolongan al interior cualificando las condiciones domésticas, dotándolas de un confort natural caracterizado por el aspecto cálido pero seco al mismo tiempo de los materiales. La continuidad del material y de la textura de estos elementos, cambia la percepción de los espacios y convierte el hecho de habitar en una experiencia singular, alejada de lo popular y acorde con el tipo de vida que pretendía la propiedad. Constructivamente, el hormigón que conforma el volumen general, a modo de artificio, se incorpora al interior definiendo el plano de suelo y techo como ejercicio de mínimos, con sencillez y coherencia perseguidos desde el origen del proyecto identificándose con el gusto por la sencillez formal. El mobiliario del espacio central, incorporándolo a la arquitectura se convierte en parte del mismo, funciona como diafragma que canaliza el paso a la intimidad de los dormitorios y al mismo tiempo permite estirar el espacio de estar hasta los límites de lo privado. Por último, el cuidado estudio de la iluminación, conforma diferentes escenografías, diseñándose esta para no perturbar la pureza del espacio. De la misma manera, el volumen y el jardín se nutren del mismo criterio.